Fui una de las muchas chicas que decidieron cambiarse de colegio para cursar BUP y COU. En aquel momento no estaba segura de si era mi camino, pues sentía nostalgia por las compañeras que dejaba, e iba a un lugar desconocido donde sabía que iba a estar bien, porque allí se encontraba mi familia, mi madre y mi hermano.
Recuerdo que el mayor cambio que sentí fue pasar de estar rodeada de chicas a estarlo mayoritariamente de chicos. Para mí eran unos desconocidos, veía que funcionaban distinto a nosotras, y me costaba entenderles.
Al final, terminé acostumbrándome a las guerras de tizas en los descansos, a los chistes que soltaba alguno así en mitad de la clase en relación con lo que estaba comentando el profe… creo que me ayudó a ver el mundo de una manera más relajada, y con más humor. Lo recuerdo como una etapa de reírme mucho 🙂
Me vienen a la mente momentos de cómo disfrutaba alguna de las clases, especialmente las de arte e historia; Eran asignaturas que me generaban mucho interés y me gustaban porque sentía que me nutrían. Me sorprendía cómo Joaquín tenía toda la información en la cabeza, y nos lo iba contando y nosotros copiando, permitiendo recopilar toda esa sabiduría para luego después, cuando más tarde hiciéramos el viaje a Italia, poder ver en 3D muchas de las maravillas de las que nos había hablado.
También me deleité con las clases de Filosofía que impartió el padre Manolo cuando ya estábamos en COU. Me impactó muchas de las cosas que nos contó, cómo fue capaz de hacerme pensar. De hecho, sentía que me hubiera gustado destinar más tiempo a esa asignatura. Era diferente a las demás, porque me ayudaba a comprender un poco más la vida, la relación entre los seres humanos, qué es ético y qué no lo es…
Otra de las cosas que más saboreé fueron las extra-escolares. Estuve un tiempo en clase de teatro dirigidas por Juan Carlos. En algún momento no sé por qué, tenía en la cabeza que quería ser actriz, y creo que el probar aquella experiencia, me hizo darme cuenta de que quizás ese no era mi camino. También formé parte de un equipo femenino de fútbol con las que eran un poco más mayores que yo. Ufff… ese momento lo disfruté mucho, la adrenalina en cada uno de los partidos la sentía en mi cuerpo. Aunque teníamos mucho que mejorar, la ilusión nunca la perdíamos. Siempre me acordaré de un gol que metí desde mitad del campo de pura chiripa jajaja
Tampoco olvidaré cómo la religión se vivía de otra manera. Venía de un lugar donde se rezaba con mucha frecuencia, a otro donde se sentía algo más de libertad, más bien desde el enfoque de la reflexión. Recuerdo cuando Antonino nos invitaba cada día a que saliéramos uno de nosotros a la pizarra, a contar algo, lo que quisiéramos.
En ocasiones, revoloteaban por el cole frases de San Agustín, y un día no sé cómo ni cuándo, me llegó una que me caló profundamente: AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS. Decidí llevarla siempre conmigo. Creo que contiene todo. Amor y libertad, para mí los mayores valores de un ser humano. Porque el amor nos hace libres, porque si uno se ama a sí mismo de manera incondicional, es capaz de amar todo lo demás, comprendiendo que cada uno de nosotros actuamos de la mejor manera que sabemos y podemos. Este sentimiento nos libera de toda lucha, aportando toda la paz que necesitamos a nuestro interior.
Desde entonces han pasado ya unos 20 años, tiempo suficiente para ir comprendiéndome y construyendo mi vida.
Creo que en esas edades uno está muy perdido, y no es más que el tiempo, una ayuda para encontrarse.
Porque todo es fácil, cuando uno sigue su corazón.
Porque sólo uno sabe cuál es la dirección que debe tomar, tan sólo hay que tener el coraje de mirar hacia adentro,
Y tú, ¿te animas?